En mi lectura habitual de blogs y páginas de autores (entendidos en sentido amplio, en la sociedad de la literatura 3.0 toda voz llega y tiene importancia y audiencia y, en muchos y sorprendentes casos, una calidad deslumbrante) me he encontrado con este texto increíblemente tierno y sincero de
Antonio Muñoz Molina, por otra parte uno de los referentes a quienes siempre recurro. Él refiere con increíble fidelidad cómo todos los que tenemos respeto por este oficio mágico sentimos la misma incertidumbre ante el comienzo de un nuevo libro; y es algo muy meritorio, sobre todo, en el caso de los autores ya consagrados, que parecieran tener el dominio de la técnica y la aquiescencia del público en dosis suficientes como para escribir cualquier cosa, lo que algunos hacen sin pudor ni respeto por sí mismos. Su ejemplo viene por la llegada de
La Noche de los Tiempos a Estados Unidos.
De su post, me quedo especialmente con este fragmento:
Siempre empiezas un libro y no sabes nada de él. Siempre empiezas un capítulo, o una página, o reanudas la frase interrumpida de ayer, y lo que tienes delante es un espacio en el que no hay nada, en el que será preciso avanzar palabra a palabra y frase a frase, con los breves descansos del punto y del punto y aparte.
V
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