miércoles, 2 de enero de 2013

Deseo de Año Nuevo

Comenzar un año valdría más si realmente supiéramos dejar atrás lo pasado, quitarnos las pieles caducas, arañadas o sucias de la travesía precedente, y estrenar una epidermis reluciente, sedosa, con toda su historia por escribirse. Llegados al puerto de destino -entonces- abandonaríamos las cargas negativas, los desengaños y traiciones, y ese pegajoso légamos de resabios y desconfianzas acumulado en nuestra cubierta durante el viaje. No nos desharíamos del conocimiento ni de las experiencias, nunca perderíamos los aprendizajes ni cualquier patrimonio que nos hiciera mejores; por supuesto, mantendríamos con nosotros a las personas que se han hecho un hueco en nuestra vida, amores, amigos, maestros, familias recién estrenadas o reencontradas tanto tiempo después.

El comienzo del año sería -por tanto- una experiencia mágica, iniciática, un renacimiento similar al de las aguas tras el deshielo, cuando -liberadas de la prisión de los cristales y su inmovilidad de meses o años- vuelven a fluir alegres, despreocupadas, limpias y poderosas. Sin lastres previos, podríamos volver a ser quienes fuimos en ese instante memorable de nuestra biografía, o aún mejor, aspirar a convertirnos en las personas que siempre quisimos ser; con ese equipaje de sabiduría, afectos y vivencias -ajeno a odios y rencores- como armadura protectora ante las eventualidades. Así me gustaría empezar este 2013; así os lo deseo a vosotros.

V

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