Y eso que, según has podido saber, Pamiès ha tenido la delicadeza de corregir obsesivamente y dejarlo lo más flaco posible (el libro), porque no ignora que escribir es sobre todo corregir, y sabe también que cualquier texto siempre es susceptible de ser reducido a la mitad y que hasta puede iniciarse una expedición en busca de la esencia del relato mismo. Y ha oído hablar seguramente de aquello que dijera el tímido Tito Monterroso cuando al llegarle su turno para hablar en un coloquio, paralizado por el miedo escénico, dijo "yo no escribo; yo sólo corrijo", y el público comenzó a reír y a aplaudir, y Monterroso ya no pudo decir nada más, ni mucho menos ponerse a dar explicaciones. Pero está bien claro. Ningún escritor es bueno hasta que no aprende a corregir. Aunque precisamente por eso me veo forzado a corregir la frase y precisar que tampoco está claro que corregir sea tan fácil como a primera vista pueda pensarse. Recuerdo que Delacroix solía decir que hay dos cosas que la experiencia debe aprender: la primera es que hay que corregir mucho; la segunda es que no hay que corregir demasiado.
V
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