Es mi película favorita, la que más veces he visto, en un número desorbitado de repeticiones, casi patológico. Aunque ahora hacía algún tiempo que no pasaba por ella; y la extrañaba. Tenía una cierta necesidad de recuperar la mirada dura y tierna de Martín Echanique, su terror ante el mundo; el amor incondicional y casi desesperado de Alicia; la lucidez deslumbrante y libérrima de Dante; y la búsqueda de la voz y el destino propios de Hache, su ardorosa indagación sobre la existencia. Ayer me puse Martín (Hache), de Adolfo Aristaráin, y la disfruté como en mis mejores días. Luego hurgué en su guión y recuperé uno de sus momentos cumbre, cuando el padre, atenazado por la secuencia de intentos suicidas de su hijo e incapaz para comunicarse con él, decide escribirle las razones para evitarlo.
'El asesino difuso'
Algunas razones para combatirlo y seguir viviendo
A) Por puro instinto vital
B) Por curiosidad: por saber qué pasará mañana y qué será uno mismo mañana.
C) Por el asombro que provoca ser uno mismo, el mismo pero distinto cada día, mes a mes, año a año.
D) Por intentar hacer lo que sea, lo que se quiera, lo que a uno le guste, sin preocuparse por conseguir el éxito o el fracaso, buscando sentir solamente el placer de intentarlo. Importa el camino, no la meta.
E) Por la aventura, que existe y viene si uno la busca y nos hace conocer el riesgo, la fortuna y todo lo que uno es incapaz de imaginar.
F) Por toda la gente que nos falta conocer. Por las mujeres que uno conocerá y amará, por los hijos que nacerán y que te harán descubrir que el amor que se siente por ellos no es amor, es algo mucho más fuerte, más profundo e indescifrable.
G) Por el placer de comer y beber con amigos y amantes y amanecer en los bares, filosofando seriamente después de haber bebido demasiado. Comprobar al día siguiente que la resaca ha borrado las verdades fundamentales que habíamos descubierto y que eso nos exige practicar la rutina de repetir el mismo método muy a menudo.
H) Las razones que le sirven a uno no tienen por qué servirle a otros. Esto nos obliga a vivir para encontrar razones para seguir viviendo. Si es que las hay o si es necesario inventarlas. Esta búsqueda es también una muy buena razón para seguir. Siempre.
Estos ocho puntos me parecen un buen manifiesto para enfrentarse a la realidad, una guía, si no completa, al menos bastante cercana a lo que podrían ser las razones para seguir viviendo. Pero tengo una especial predilección por el momento siguiente de la película, cuando, tras leerlo, Alicia completa el mensaje y define a Martín -también a sí misma en el intento- de un modo estremecedor.
No dice nada del dolor... No dice que hay cosas que duelen tanto que es mil veces mejor morirse... Es como es él: no se mete a fondo en nada, no dice nada, pero es simpático... No soporta el dolor y lo niega, decide que no existe... Es una puta mierda que no sirve para nada (y arruga el papel).
V
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