La llegada del otoño me ha traído algunas buenas noticias, entre las que ocupa un lugar muy destacado la que hoy comparto con vosotros: Ediciones Carena publicará mi libro de relatos Duelos el próximo mes de noviembre. Como siempre pensé que sucedería, el tiempo ha venido a hacer justicia sobre una obra esencial en mi construcción como escritor, el comienzo de un camino que hoy evoluciona y se ramifica, y la pieza inaugural del universo creativo que ahora madura en la novela con cuyo final sigo peleando. Duelos es el origen de todo, ni Devuélveme a las once menos cuarto ni nada de lo posterior es comprensible sin esa colección de relatos, sin la original concepción de su estructura ni el esfuerzo, por primera vez sistemático y comprometido, gracias al que adquirí las habilidades, estrategias y recursos necesarios para llevar hasta sus últimas consecuencias el laberinto desconcertante y mágico de la ficción.
Me marché a Nueva York para escribir ese libro en 2008, con un puñado de ideas, el comienzo de alguno de los relatos, y la decisión de hacer que cada uno de ellos tuviera que batirse en duelo con otro para mostrar una visión complementaria o diferente de un mismo hecho. En el Upper East Side de esa ciudad, acumulando horas de trabajo en un pequeño apartamento y kilómetros de carrera por los caminos de Central Park, fue llegando el núcleo esencial de esa obra: Aleah, Olafur, Adhzed, Kazuo, Martín... los personajes y las tramas que muy pronto escaparán de forma definitiva de mi protección e irán a parar a vuestras manos de lectores. Fue un lapso de inspiración mágico, en el que todo parecía conjurarse para facilitarme los elementos necesarios de mi desafío literario: los protagonistas y sus historias me asaltaban durante el sueño, paseando por sus calles y museos, mientras escuchaba un concierto de jazz en el Greenwich Village... Nunca como en Manhattan he experimentado un proceso tan radicalmente transformador, íntimamente revolucionario y de una fertilidad pasmosa, desbocada; aunque sí es cierto que, ya con la técnica imprescindible bien aprendida, cada vez que piso esa ciudad germinal mi inspiración se libera de nuevo, fluye, remolonea, y encuentra las hebras de otros argumentos.
Cuatro años después de nuestro último encuentro, ando estos días revisando sus vidas, puliendo el texto y haciendo las correcciones definitivas para que el producto final merezca la confianza de los lectores. Y estoy contento con lo que me he encontrado; me gustan los personajes, sus duelos, el estilo e incluso las sorpresas que se guardan en este libro. Mientras ultimo los detalles para entregarlo a su edición -tan apasionante y vertiginosa-, creo que Duelos será un libro del agrado de quienes leyeron Devuélveme a las once menos cuarto, una obra en donde encontrarán algunas de las cosas que había en esa novela, y también otras nuevas, tal vez asombrosas; una ficción que permitirá a la pequeña comunidad de lectores que hemos formado -sin apresuramientos ni pausas- a lo largo del último año y medio renovar su compromiso con la literatura. Y será en otoño, el tiempo perfecto para un nacimiento así.
V
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