A menudo, la gente de mi entorno -y de un modo especial quienes han llegado a él después de mis publicaciones- me pregunta por el proceso de gestación de un libro. En todos -también está en mí con otros artistas, sean escritores, músicos o escultores- genera una expectación deslumbrada cómo sucede su advenimiento: de dónde surgió la idea, cuándo, la motivó alguien, es biográfico, cómo te ganas a la musas... las preguntas se acumulan, y para muchas de ellas ni siquiera el autor tiene una respuesta concluyente. En ocasiones el proceso es hermético incluso para quien está poseído por él; apenas te conviertes, en esos casos, en el catalizador de algo que sucede en algún lugar de tu subconsciente, un impulso de energía que te utiliza como vehículo transmisor de un fenómeno más grande y hermoso. Pero es normal que despierte curiosidad, como digo, también yo persigo los mecanismos y motores que ponen en marcha a otros.
Pocos se preguntan, no obstante, qué sucede en la vida de un libro; y no me refiero a su gestación, sino a todo aquello que tiene lugar cuando está impreso y es un tomo independiente de la voluntad de su creador. Ahí comienzan a jugar factores que escapan a tu voluntad y que dejan esa obra a merced de fuerzas desconocidas o incontroladas: los lectores, las librerías, los distribuidores, los medios de comunicación, los críticos y hasta el azar toman el protagonismo. El autor pasa en ese instante a una situación de debilidad, su libro (ahora hablo sólo de mi caso) se enfrentará al mundo sin su intermediación; no hay protección posible, ni tutelas que mitiguen los golpes, se dará la magia de la comunicación directa con el receptor; y funcionará o no. No hay más.
Y es entonces cuando vosotros, quienes parecéis -y quizás incluso lo sintáis- estar al otro lado del cristal, tomáis un protagonismo del que quizás no sois conscientes. Porque es en ese momento cuando el libro -así fue con 'Devuélveme a las once menos cuarto', así empieza a ser con 'Duelos'- está en vuestras manos, enteramente dependiente de vosotros, que decidiréis si os sumergís en su lectura, lo recomendáis, regaláis o promovéis en vuestros círculos de influencia; si le dais un lugar en vuestro mundo. Por eso, cuando uno recibe el cariño de un medio de comunicación como 'Ahora Zafra' - que cuenta con la fuerza incontestable de pertenecer al ámbito íntimo y estremecedor de mi vida personal y familiar-, y al mismo tiempo, el testimonio de una lectora que disfrutó el viaje y te escribe para contarte sus sensaciones, encareciéndote sólo en una dirección -que sigas escribiendo-, el círculo se cierra en una perfección difícil de expresar. Hoy ha sido un día de esos, y su consecuencia más directa es que mis dedos navegan las teclas de mi portátil sin dejar espacio al cansancio o la desidia. Muchas gracias por ello una vez más: os debo este impulso.
V
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