lunes, 22 de octubre de 2012

Wio como un llamador

Me sucede con frecuencia, de un modo difícil de explicar, tendente a lo irracional y obsesivo; por eso mismo, con un magnetismo poderoso, indescifrable, fértil. Cada cierto tiempo, un disco o una canción se apoderan de mí; entonces lo escucho constantemente, cada vez que me pongo las zapatillas para correr, la totalidad de las horas que paso en el coche, o cuando paseo por la ciudad cazando imágenes, persiguiendo ideas. Siempre una misma banda sonora, repetida hasta el absurdo, insertándose muy profundamente en las circunvoluciones de mi cerebro y obteniendo respuestas de ellas; al principio lejanas, difusas; más tarde, reconocibles; por último, capaces de obtener una respuesta en mí, de actuar como un llamador sobre mi creatividad.

Escribí Duelos mientras escuchaba Mentiroso, mentiroso de Iván Ferreiro, la mayor parte de las veces corriendo por Central Park; en otros casos transitando la extensión incomparable de Manhattan. Durante la más larga escritura de "Devuélveme a las once menos cuarto" mis compañeros principales de viaje han sido Nacho Vegas, Quique González y Love of Lesbian. Por supuesto, hubo otros muchos músicos y CDs, pero cuando vuelvo atrás la mirada, los discos de esos tres artistas se repiten en una medida desproporcionada, cálida, hospitalaria.

Y, precisamente, es Love Of Lesbian quien más me está acompañando en la primera parte del proceso de escritura de esta nueva novela. Su disco La noche eterna. Los días no vividos salió a la venta cuando se ultimaba la presentación de Devuélveme..., y desde entonces, ha venido conmigo a cada lugar donde he estado. Particularmente, su canción Wio se ha convertido en ese llamador del que hablaba; porque fue la primera que escuché cuando adelantaron el contenido del álbum, por la llegada de ese ruido "a las diez menos cuarto", tan cerca de nuestras once menos cuarto, y por algunas de las líneas de su letra. Es especial, única, y contiene muchas frases que considero acertadas y sugerentes: "En un cóctel agradable de noticias, menos las tuyas"; "sé que la culpa la tiene esa antena gigante, la instalaron sin permiso y hace el alma estallar. Al igual me he vuelto loco y a mi edad me ha dado por oír mil voces"; también "Y si el ruido es todo lo que sé".

Pero sobre todo, repito como un mantra: "Constelaciones de gente como un planetario, vecindarios que se ignoran en sistema dual. Parabólicos y obsesos que en la noche se sinceran y se crecen, qué valientes".


Y más tarde: "Alguien en una terraza ha gritado te amo, una suave interferencia culpa al viento solar. Un poema embotellado que en estéreo ha aterrizado en mi inconsciente".

Para terminar así: ¿Lo ves? Si somos dos islas en un mar que es gris ciudad. ¿Y quién? ¿Quién de los dos se atreverá a nadar?"


Pero la música también se interpreta conforme a la propia sensibilidad subjetiva; así que juzgad vosotros:




V

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