martes, 22 de julio de 2014

Primer alto tras siete meses de trabajo

Al final de la pasada semana, después de coronar la página número 156, llegó el momento de hacer un alto en la escritura de mi nueva novela. Tras siete meses de trabajo, me encuentro ante la primera lectura del conjunto, que me debe indicar si el resultado funciona y cumple con mis intenciones iniciales, o si las tramas, los elementos estructurales y los personajes precisan de un enfoque diferente, más armónico, original y arriesgado. Hasta aquí he llegado con las intuiciones y el empeño de quien rema a ciegas en la oscuridad, y a partir de los próximos días, tendré la oportunidad de seguir componiendo desde las seguridades del que ha podido contemplar bajo la luz de los focos la reveladora integridad de su obra.



El proceso de escritura de este nuevo texto está reuniendo todos los elementos que tengo por ciertos en la construcción de una novela. En enero partí de la primera idea y comencé a buscar en mí los hilos a partir de los cuales se desarrollaría; aprovechando el tiempo de descanso y la distancia de mi mundo cotidiano, afloraron las líneas -algunas de ellas ciertamente sorprendentes- que encauzarían la ficción. El resto de ese mes y buena parte de febrero se fueron en la fase de documentación, en la que me sumergí en la localización de los elementos referenciales necesarios para edificar del resto del edificio, y en la lectura de textos científicos. Los últimos días antes de marzo comencé la etapa de escritura, instaurándome una rutina de trabajo que me debía conducir con un centenar de páginas al verano, momento de la parada y el análisis. Los ritmos, sin embargo, han sido más altos de lo que yo preveía entonces y me han transportado hasta ese número, 156, que ahora se me antoja mágico.

Poco puedo anticipar acerca del resultado en este tiempo de separación del texto que utilizo como margen de 'desintoxicación' antes de regresar a él. Tengo algunas referencias sobre lo que me encontraré, pero desconozco su efecto de conjunto, si la combinación de partes tan radicalmente diferentes tendrá lugar con la suavidad y cadencia que persigo. Creo que camino en la dirección adecuada, aunque eso no excluya la necesidad de hacer determinadas correcciones, eliminar partes o introducir elementos nuevos; no sabré si es así, en cualquier caso, hasta que en agosto comience a leer. Ya tengo ganas de empezar a recorrer sus páginas, y al mismo tiempo, experimento ese respeto de vértigo y preocupación ante la inminencia de la 'primera impresión'. Veremos qué sucede.

V

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