La idea parte de la arriesgada decisión del director del Festival, Jesús Cimarro, de encargar a una compañía flamenca una representación 'teatral'; y del talento de Sara Baras para reinventarse y aceptar el reto de contar una historia bailando, de desbordar su extraordinario uso del lenguaje y, gracias a ello, ser capaz de inventar una nueva forma de expresión: narrativa, contenida, rica, diferente, un espectáculo único después del cual se abre ante ella un escenario nuevo y estimulante, que nos deja a los demás en el abismo de una pregunta: ¿Cuáles son los límites -si los hay- de estos bailaores y su compañía? ¿Hasta dónde pueden llegar Sara Baras y José Serrano si siguen explorando esta nueva vía, que combina las artes y es capaz de seguir haciendo flamenco mientras elimina el quejío del cantaor para sustituirlo por la riqueza expresiva de un actor (del matizado e impagable Juan Carlos Vellido, en esta ocasión)?
Nada más salir lo dije en una red social, todavía encendido por la insuperable hermosura de la función: hay veces en la vida en las que tenemos la suerte de presenciar cómo alguien peina el viento, acaricia la luz y toca la esencia de lo infinito; así lo hicieron ante mis ojos Sara Baras y José Serrano, en el marco sabio y milenario del Teatro Romano de Mérida. Hoy afirmo mucho más, reforzado en la certeza de haber presenciado un momento mágico, la conjunción de un elenco de artistas en estado de gracia, que dominan su arte y son capaces de llevarlo a los terrenos de otro, de enriquecerlo con un sello personal que se abre camino hacia la universalidad, de convertirlo en la ensoñación de lo inmortal. Quizás tengáis la posibilidad de verles en la gira que pronto comenzarán (y de cuya ampliación no me que quedan dudas una vez vistas la unanimidad del público y la crítica), eso os brindará la posibilidad de tocar la hermosura a cambio de unos pocos euros; hacedme caso y comprad la entrada, sentaos en la butaca y libraos de cualquier prejuicio, sólo dejad ser a vuestros sentidos. Cuando concluya Medusa sentiréis que sois alguien diferente, más rico, dulcificado por el arte y mejorado por él.
V
PS: Sara y José suman, además, la virtud nunca suficientemente valorada de ser personas accesibles, sencillas, generosas, sensibles y llenas de cariño. Un matrimonio implicado en causas solidarias como la de Mi Princesa Rett, a quienes tengo el orgullo de contar dentro de la familia de amigos de Devuélveme a las once menos cuarto y Duelos. ¡Gracias a ellos por todo!
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