jueves, 2 de abril de 2015

La música de las palabras

Escribir es un intento de hacer música con las palabras; quienes jugamos con el lenguaje perseguimos su ritmo interno para tratar de conseguir que la narración alcance un cierto tono melódico, que se deslice con la suavidad de una canción mientras cuenta su historia, y que además, tenga la capacidad de alterar su partitura dependiendo de si la temática es amorosa, lúgubre, sangrienta o atribulada, de albergar texturas de rock o susurros de jazz. Sentados ante nuestros escritorios, jugamos con balanzas que pesan la semántica y la contraponen con la fonética para conjugar esos dos elementos en la persecución de una alquimia tan difícil como hermosa; en las estela de los poetas, concluyo, únicos en poseer el prodigioso don de aunar turbiones de sentido y música en una línea breve y certera de palabras.

Quienes escribimos perseguimos la música en el lenguaje porque no nos fue concedida esa otra habilidad sublime, la de conseguir la música en sí misma, el talento para conjugar los sonidos y convertirlos en la banda sonora de las vidas de otros. Caminamos cercando los pasos de la música y muy raramente alcanzando su variedad de palabras, soñando con que, quizás, algún día nuestro lenguaje pueda verse transformado en ese otro, convertido definitivamente en ritmo y sonido. Lo anhelamos con la certeza de su (casi) imposibilidad, sin esperar que las circunstancias nos regalen una oportunidad tan hermosa como ésta: el Espacio Librería La Victoria me ha invitado a formar parte del ciclo 'Lecturas en Concierto', en el que el teclista Manuel Rodríguez pondrá música a algunos de mis textos (14 de abril a las 20 horas). 'Devuélveme a las once menos cuarto', 'Duelos' y otros inéditos como la novela 'La intemperie de la belleza' se volverán entonces sonido, también contaremos con ilustres 'invitados', ¿nos acompañaréis en una cita tan especial?



Porque la literatura es otra forma de hacer música, que inspira a la música o recibe de ella ese soplo mágico e imposible de identificar cuando el viento parece echado y calmo, la mar plana y el latido ausente; es el empujón determinante que me sirvió para crear la voz trastornada, ególatra y reduccionista de la segunda mitad del 'Duelo de Amistad' a partir de 'El viaje de Chihiro' de Iván Ferreiro.



V

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