Un escritor puede ser el más libre de los seres humanos, pero también el más atenazado de ellos, todo depende de su capacidad para no tomarse serio, de su determinación por no anclarse en el tópico propio de lo que ha triunfado, de reinventarse sin miedo en cada nueva obra, partiendo de cero y queriendo reconocer su voz, el eco desnudo y fiable de lo que su corazón desea manifestar; escribir es ser sincero con uno mismo, sentirse tan hambriento como insatisfecho, colmado a ratos y en otros completamente desdichado, lejano del objetivo primero o teniendo que aceptar la incómoda realidad de lo que has sido capaz de concebir, casi mejor, de lo que no has podido impedir que tu alma concibiera; escribir es soñar de nuevo cada día, soñar con lo inalcanzable y consagrarse a la tarea improbable de conseguirloV
jueves, 29 de septiembre de 2016
El relato casi tradicional, esta vez anclado en Lope
Como es casi tradicional, he escrito una colaboración para la revista 'Zafra y su Feria'. Casi todo lo que puedo decir sobre el anclaje emotivo de esta comparecencia literaria anual está escrito antes ya en este mismo espacio; repetirme sería, por tanto, un ejercicio de reiteración innecesaria y plúmbea. Este año la búsqueda se me convirtió en tema, en un ejercicio de metaliteratura que reconoceréis como muy de mi gusto y que, al mismo tiempo que me encomendaba a Lope de Vega, me sorprendió por las claves que en su revisión dejaba a la luz. Rescató algunas líneas y dejo el enlace para quienes quieran adentrarse en la lectura del texto completo:
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