Quiero creer que la que abandono es sólo la primera mitad de mi vida, y que, por tanto, todavía me espera la felicidad de volver a vivir todo lo que ha convertido estas cuatro décadas iniciales en una experiencia imperecedera. Confío en que la nueva edad -tan mítica, tan temida, tan Nate- tenga los arrestos de superar el millón de momentos inolvidables que han hecho de los treinta un recorrido fructífero, gratificante y fortalecedor, un camino en el que, por fortuna, los desafíos han sido afrontados, y en la correcta combinación de los matices, superados. No diré que todo fueron alegrías, ni tampoco que no me dejé sueños, ilusiones o fuerzas en esa travesía de días, inviernos y largas caminatas bajo el sol, pero en el umbral último y plateado de sus años, puedo decir que los treinta merecieron la pena, que disfruté viviéndolos y que salgo de ellos fortalecido, curtido por las experiencias, maduro pero con hambre todavía, dispuesto a seguir porfiando porque los meses no me transiten la piel con la desidia fría de lo abúlico.
40. Desde este primer día de agosto ésta será mi edad, la iniciada por el cuatro, mi quinta década, un espacio en donde parece lógico suponer que seguiré afrontando momentos de cuya capacidad transformadora no podré sustraerme. No tengo miedo al futuro. Quizás en algún momento de mi vida sentí los vértigos de lo desconocido; ahora no, no me preocupa lo que está por llegar, me siento con la energía, la determinación y la mentalidad necesarias para hacer frente a cuanto se presente ante mi ojos; no desviaré la mirada, no rehuiré la pelea, nunca, jamás, me rendiré ante circunstancia alguna; todo lo viviré con la intención de apurar el trago de sus enseñanzas, transitaré con entusiasmo cada jornada y continuaré en la búsqueda constante de aquello en cuyas líneas consigo leerme, luchando por reconocer mi voz en cualquier cosa que me implique; sin temor a que mis huellas se reconozcan sobre el terreno.
30. Adiós a esa década imprescindible en la que ascendí peldaños que en ocasiones creí imposibles; en los treinta me marché a Nueva York para soñar los 'Duelos' que, casi cinco años después, vieron la luz en el tramo final de 2013; también escuché los estruendosos susurros de Martín, de Bruno y de Edna para escribir el 'Devuélveme a las once menos cuarto' que en 2012 me permitió culminar el tránsito improbable y mágico de la escritura. En este tramo de mi existencia, además, llegó 'La intemperie de la belleza', todavía en el malabarismo de las posibilidades, y ese otro experimento de fractales entre la realidad y la ficción de cuyo puerto de destino no tengo todavía la coordenadas; vinieron todos ellos, y las ideas que me fluyen y desvelan, el salto al vacío de la creación y su hambre pertinaz, sólida, tan adictiva como imposible de evitar, la inquietud constante, la insatisfacción permanente, el intenso placer del texto concluido. La cuarta fracción de mi vida está marcada por la literatura, pero sería impensable que ella hubiese desbancado a la vida: en este tiempo conocí la tristeza y el amor, me llené las pupilas de lugares prodigiosos y pisé escenarios que jornadas antes me era imposible aventurar; 33, 35, 38... las escalas de este viaje se me agolpan en la memoria con imágenes de amigos, experiencias, familia y conexiones mágicas, con el compromiso en azul que ahora inunda mis sentidos.
Paso, pues, por la estación dorada de los 40, pero lo hago para continuar con el viaje. Me podréis encontrar donde siempre, refugiado en la tranquilidad de un libro, con la percepción desaforada en los pasillos de un aeropuerto, disfrutando del placer de la comida o de la charla con amigos mientras compartimos una botella de vino; estaré refugiado en los callejones de la ficción y caminando con determinación por las avenidas amplias, luminosas, también concurridas y hasta caóticas, de esos escenarios impredecibles que son las existencias personal y profesional; daréis conmigo en los paseos, en las sonrisas, en la determinación por seguir adelante y en el compromiso por coronar cualquiera de mis potencias. Estaré en todos esos lugares, como siempre, con idéntica disposición para vosotros y el mundo; despierto, ilusionado, hambriento, satisfecho, comprometido con Víctor y urgiéndole para que consiga ser Víctor, mejorar a Víctor, retar a Víctor, superar a Víctor, querer a Víctor...
V
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