miércoles, 29 de marzo de 2017

'Sara Baras. Todas las Voces'. El texto que acompaña al documental




EL TACÓN INCANSABLE
Víctor Charneco, guionista y autor de la idea original

El tacón resuena en la amplitud de un espacio que parece una cámara de vacío, el silencio omnipresente y las respiraciones contenidas, tratando de no incomodar el surgimiento del prodigio. El tacón golpea, seco y contundente, silabeando su percusión con la cadencia rítmica de quien tiene algo que decir; el tacón habla y genera una secuencia que compite y se alía con la música, inyectando en el flamenco el espíritu libre de las jam sessions del jazz. El tacón, y su propietaria, generan un efecto narrativo, cuentan una historia que completa y trasciende el proceso habitual de su arte, revolucionando el género y transportándolo de los tablaos a los auditorios, abriéndole un hueco en los festivales de teatro.

El tacón es de la propietaria, qué obviedad; y ella, fruto de su tradición, heredera del cante y el baile de Cádiz, hija de la Isla, ahí es nada. Y, sin embargo, en esa bailora, en Sara Baras, todo lo que remite al clasicismo tiene la función de ejercer como un trampolín que sirve para dejar ese patrimonio atrás, en un camino sin retorno hacia la innovación y la modernidad. Una senda en la que entronca con los grandes maestros, con el legado de esos a quienes rinde pleitesía en Voces, y que como ella, fueron capaces de renovar el flamenco para llevarlo hasta un público más joven, creando un género rico, mestizo, permeable a los sonidos que llegaban desde cualquier rincón del mundo, fastuoso en su hibridación.

Fue una noche de julio de 2014 cuando, con el respaldo de las piedras milenarias del Teatro Romano de Mérida, descubrí ‘Medusa’, un espectáculo en el que Sara Baras lograba que su compañía “bailara la palabra”. Y algunas horas más tarde, asomados a la sabiduría de esos mismos sillares, el momento en el que me desarboló la compleja simplicidad con la que esa bailaora, ya convertida en directora y coreógrafa, expuso ante mí su deslumbrante proceso creativo. El mismo que, eso lo supe tiempo después, se mostraba en el esplendor de su fortaleza para construir en un ‘absurdo’ de tres semanas el homenaje a los maestros en cuyas voces había germinado la titánica tarea de construir la suya propia: Paco de Lucía, Camarón, Gades, Morente, Carmen Amaya y Moraíto de Jerez; una terna que abre y cierra cualquier antología del flamenco. En tres semanas; hay ultramaratones más fáciles.



Quien cuenta historias siempre quiere contarlas; también cuando se trata del relato sobre otro que, a su vez, se ha embarcado en la aventura casi imposible de contar una historia contra todos los relojes. En ese turbión de dificultades era donde refulgía la idea de proponerle a Sara que nos permitiera ser uno más dentro de la compañía, uno especial y poco común: el ojo que registrara cada una de sus decisiones, que pusiera oídos a los desafíos, y que transmitiera para millones de espectadores cómo se crea una obra que rinde tributo, en partes iguales de cariño, respeto y personalidad, a los más grandes.


Aquí está el resultado de esa experiencia inolvidable, del viaje al centro de una mente que crea y no se conforma, que constantemente se cita en la exigencia de aportar algo más, que nunca pierde el hambre del artista y jamás se rinde al acomodo de quien domina la técnica. En el metraje de esta película verán el tacón, escucharán al tacón y se maravillarán con ese tacón incansable. Pero, además, tendrán el privilegio fascinante de asomarse al alma única de una artista irrepetible: Sara Baras. Y les aseguro que no regresarán indiferentes.  

* Texto para el DVD del largometraje documental: 'Sara Baras. Todas las Voces'

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